
La marihuana y sus adictos
La primera vez que fume marihuana lo hice encerrado en el baño de mi casa. No sentí ningún efecto, aparte del sonoro y agresivo grito que emitió mi padre. Tenía catorce años y el olor a pichi de gato para mí era minúsculo, claro que para los que vivían en mi hogar no. Al día siguiente en mi azotea, encontré un balde de metal viejo y queme todo lo que quedaba de esa inútil hierba. Espere a que todo se lo llevara el viento y el tiempo, por supuesto, no fue así.
La siguiente vez que mis pulmones (y neuronas) recibieron este humo grisáceo fue en Agosto del 2005, ahí me percate de su verdadera utilidad. En el parque de la avenida Jacaranda sentía que mi cuerpo era cargado por miles de liliputienses y que en el cielo las aves dibujaban con sus colas, pinceladas negras y anaranjadas. Me atrapo esta aventura y desde ahí soy adicto, más bien amante de la marihuana.
Hoy, al buscar entre las noticias más importantes encontré una que revelaba que Cedro (el centro para adictos y recontra enfermos como yo) cuantificaba más de 110 mil adictos a la marihuana en el Perú, una cifra notable que sin duda me pone orgulloso y me hace hinchar los pulmones (aun más).

Muchas veces he recibido críticas en reuniones cuando yo (ya obviamente bajo los efectos de la droga) incitaba a mis amigos y/o desconocidos a que prueben esta gloriosa droga. ¿Por qué apoyarla? ¿Por qué consumirla? Los mismos estudiosos y en esta escueta noticia revelan sus efectos. A continuación explicare algunos de ellos:
Alteraciones de la memoria y aprendizaje. Olvidar ha sido para mí siempre un problema, vivo consumido por mis problemas. Está droga ha hecho perder lo poco que tenia de memoria y olvidar ciertas cosas a las cuales no les debería tomar importancia. ¿Aprender? ¿Para qué más? A veces siento que el mundo me absorbe y sobre todo las voces de los profesores en la universidad aullando como lobos en celo. Las separatas y las lecciones me deprimen cada día más y saber que estudiando Comunicación no lograre hacer de adulto más de un viaje al año.
Percepción distorsionada. Pero si esto es un lujo. Ver las cosas desde un punto de vista diferente. Extraño y misterioso, prestándole atención a un poste de luz cotidiano que un tu “percepción” normal no tiene trascendencia alguna. Ir más allá.
Dificultad para pensar y resolver problemas. Por favor, esto no es ninguna novedad, antes de fumar marihuana ya tenía estas dificultades. Dificultades hermosas.
Perdida de coordinación y alteración del ritmo cardiaco. Soy torpe de nacimiento, ¿Cuánto más podría serlo? De niño me detectaron un soplo en el corazón (yo sigo diciendo que es una aguja) y es por eso que no consumo cocaína.
En sí, aquí abarca la contradicción de esta crónica, la marihuana es un mal, un mal menor. Un Alan y no un Humala. Es preferible consumir esta droga que soportar todo el dolor y la bulla que nos rodea. Es por eso que sigo siendo un terrible cómplice de esta. Un amigo inseparable que ojala algún día se desvanezca.